jueves, 12 de junio de 2008

el gato viejo y el raton jovencillo

- El gato viejo y el ratón jovencillo

Un ratón jovencillo, con muy poca experiencia, creyó ablandar a un viejo gato implorando su clemencia.
- Dejadme vivir –decía- . Un ratoncillo de mi tamaño y de mi apetito, ¿puede ser una carga para este palacio?, ¿Creéis, señor gato, que yo puedo reducir el hambre al amo y al ama, con todos sus criados? Un grano de trigo me alimenta; con una nuez me pongo como una bola. Pero ahora estoy flacucho; esperad algún tiempo; conservadme mejor para banquete de vuestros señores hijos.

Así hablaba al gato el ratoncillo prisionero. Aquél le dijo:
- Pierdes el tiempo, amigo. ¿A mi me vienes con tales discursos? Más ganaría hablando a los sordos. ¿Perdonar yo, siendo gato y siendo viejo? ¿Cuándo se ha visto esto? Así, pues, con arreglo a estas leyes, baja a lo profundo, muere ya, y vete al instante a arengar a las hermanas hilanderas (las parcas). No les faltará a mis hijos banquete de otros ratones.

Mantuvo el viejo gato su palabra, y ver ahora el sentido moral que a mi fábula conviene:
La juventud se ilusiona creyendo que todo lo consigue, y la vejez es implacable

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